Desde antes del tiempo

miércoles, noviembre 29, 2017

Manchu se encontró con Fritzchie detrás del álamo. Se lo notaba nervioso, restregaba sus manos sin cesar y miraba con sus ojos saltones hacia todos lados. Sus orejas puntiagudas se elevaban ante cada ruido.
-Qué pasa?-preguntó Fritzchie-A qué se debe esta urgencia?
-Perdí mi cristal-susurró Manchu
-TU CRISTAL? CÓMO QUE PERDISTE TU CRISTAL?
-Es que ayer crucé la Línea Fugaz, intentó explicar Manchu mientras hacía señas con la mano par que Fritzchie bajara el tono de voz
-La Línea Fugaz, se horrorizó Fritzchie, cómo es que cruzaste la Línea Fugaz?
-Shhhh! Que nos van a escuchar...
-Pero Manchu, cruzaste LA Línea, no lo entiendo
-Te lo voy a explicar, pero primero necesito qeu me prometas dos cosas: que no vas a decir a nadie que perdí mi cristal y que me vas a ayudar a recuperarlo.


Juliana paseaba con Piropo, su caniche rosa, por el laberinto del jardín. Estaba, como todos los días, triste. Juliana acarreaba una tristeza sin fin, de esas que no se van ni cuando sale el sol, o las primeras flores de la primavera, ni siquiera cuando un pajarito violeta se posa en su ventana para picotear las migajas que le dejaba ahí. Juliana estaba triste porque se aburría.
Estaba. como decíamos, paseando por el laberinto cuando un brillo entre las hojas le llamó la atención. Agachándose encontró un objeto que, estaba segura segurísima, jamás había visto, ni entre sus juguetes ni entre las joyas de su mamá, y eso que su mamá tenía muchas joyas.
Lo levantó, cabía perfectamente en su mano de niña. Tenía forma de prisma, todo facetado y terminaba en punta. Juliana lo empezó a girar de un lado para el otro, lo levantó y miró a través de él los cambiantes colores del sol. Cuando lo volvió a apoyar en la palma de su mano, el objeto quedó parado y de su borde superior se proyectó una imagen.
Frente a sus ojos se desplegó una escena maravillosa. Con  gran nitidez vio un valle, con cascada incluida, en el que había un pueblo con casas de todos colores imaginables y muchos inventados. A medida que la imagen se acercaba vio que las casitas eran árboles, hojas, tallos larguísimos y capullos de todas formas y tamaños. Vio un grupo de gente por las calles, muchachas altas y espigadas que tenían un paso danzarín y alegre. Detrás de ellas una banda de jóvenes que las seguían con distintos instrumentos, como si les estuvieran cantando canciones especiales para ellas. También vio niños corriendo. Volvió la mirada al primer grupo y casi se desmayó de la impresión. El grupo de adolescentes se alejaba por la calle y Juliana los veía desde atrás, y en su espalda todos, pero todos, tenían alas, más grandes o más pequeñas, transparentes y sedosas, pero alas al fin.