Desde antes del tiempo

martes, abril 25, 2006

Depende de cómo se mire

Estoy en un atascamiento de tránsito, con autos que me rodean y una barrera de esas típicas de Belgrano que tardan demasiados minutos en levantarse, unos metros más adelante. Va por el cuarto tren que pasa y nada, seguimos aquí parados. El reloj de mi camioneta marca las 8:07 de la mañana. Hace exactamente tres minutos dejé a mis vástagos en la puerta del colegio y vuelvo a mi casa, a mi taza de mate cocido y al Clarín de cada día.

Repentinamente, una moto pasa zigzagueando entre los autos, y pasa también, por ese hueco que deja la barrera. Pasa con orgullo y desdén hacia nosotros los pobres automovilistas estancados. Y pienso:” que suerte que tiene. Poder andar así, libremente y sin tener que esperar siempre otro tren”

Robbie Willliams cambia de tema por tercera vez y por fin se levanta la barrera. El reloj ya marca las 8:18, once minutos, no superé mi record.

Es un día de llovizna constante que deja todo húmedo y no hay paraguas que sirva. Doblo a la izquierda. Dos cuadras más adelante, llegando a la avenida otro tumulto. El tránsito se enlentece “Adiós mate humeante”-murmuro entre dientes apretados maldiciendo al tiempo, la hora, el día y a todo lo que se me puede ocurrir tan temprano a la mañana. Avanzo a paso de hombre.

Repentinamente lo veo, al motociclista desdeñoso, tirado, inerte, sobre el pavimento mojado de ese día gris. Su poderosa máquina varios metros más adelante, atravesada sobre la mano contraria.

Ah, me olvidaba. ¿Les dije que el casco protector lo llevaba en el brazo?