Desde antes del tiempo

domingo, agosto 20, 2006

Uno de "esos" días

Amanecer despejado y frío en Buenos Aires. Típica mañana de invierno. La televisión, a las 730 indica que hay 2º de sensación térmica. Miro a mis chicos dormir y me asalta la duda recurrente ¿los levanto para ir al cole? Y enseguida me reto y respondo a mí misma en la soledad de la cocina, con el Nesquik a medio preparar, que sí, que un poco de frío no les va a hacer nada. Hago de tripas corazón y con ambos vasos me dirijo hacia la ingrata tarea de sacarlos del calor de sus camas para introducirlos en la realidad de maestras, profesores y recreos que les espera en su rutina diaria.

Ya camino al colegio, y cuando se me cierra la barrera justo delante de mi auto, me doy cuenta de que va a ser “uno de esos días”.

Bajan los chicos, y automáticamente llamo a mi madre, que por uno de esos misterios de la naturaleza, no tiene la almohada pegada, ni los ojos lagañosos a las 755 am. Me cuenta su salida nocturna, lo que va a hacer ese día y que ya va como por el tercer diario, por lo que en su inagotable charla matinal, también, las noticias más importantes. No necesito escuchar la radio, con llamar a mi madre alcanza.

Yo, en cambio, gracias que atino a vestirme, no como alguna que otra conocida que lleva a sus retoños en pijama y con un tapado encima. A veces, hasta me paso el cepillo por el pelo.

Esa mañana, no vuelvo a mi taza de mate directamente. Me dirijo a la farmacia que el día anterior me había enviado, cobrando el servicio, un Ventolín en aerosol, que a las 10 de la noche se negó a funcionar. LA farmacia, obviamente, me aceptó el reclamo del producto pero, a pesar del cobro de los $2, exigió que fuera en persona a hacer el cambio.

Estacioné sobre la Avenida, frente a la farmacia, siendo tan temprano, ¿quién va a venir a molestar? Una joven muy simpática llamo al encargado de turno, quien también muy correcto, probó el aerosol. Obviamente anduvo, en sus manos, el condenado aparatito funcionó,. Con mi mejor sonrisa, sintiéndome bastante imbécil, además de dormida, volví al colegio para hacerle el puff a mi hijo, que estaba sin su medicación desde la tarde anterior. Tenía un espasmo bronquial porque durante el fin de semana se nos había roto la caldera y no tuvimos calefacción. Pero eso iba a cambiar porque en pocas horas llegaba el service.

Ya en mi casa, me anuncian que se inundó el lavadero por algo del lavarropas. Respiré hondo, hice ommm y tomé el teléfono para pedir otro service de otro gremio.

Primero llegó el de la caldera, D´s lo bendiga. La abrió, la miró, la prendió (yo por tres días no pude hacerlo)y dijo ”Señora, esta en perfectas condiciones, esto no tiene nada”-

-Pero lo aseguro que hacía ruido, parecía que iba a explotar, y después se apagó.

-Sí, sí, pero ahora funciona bien.

Yo pensaba en mis hijos caminado por la casa envueltos en frazadas, en las medias de lana que usamos para dormir y me empecé a reír desconsoladamente.

Al rato llegó el del lavarropas, que: miró la maquina, hizo un ruido con su garganta tipo ”aha”, la desenchufó, la volvió a enchufar y dijo ”ya está, son $30 la visita”.

-¿Cómo le voy a pagar $30 si no hizo nada?

-Mire, la política de la empresa es cobrar la visita, si tengo que cambiar alguna pieza se descuenta de esos $30, pero tiene suerte, no hay que cambiar nada. ¿me firma por favor?

Mi auto, hace un ruidito leve, un tac tac por atrás. Pero hasta que no se caiga lo tenga que caerse, yo, HOY, no lo llevo al taller.

1 Comments:

Blogger Soshebar said...

Siiiii, pasa...mejor hubiese sido el día con los dos niños en tu cama, calentitos y que lo arregle otro, eso sí sin cobrar!

11:45 p.m.  

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