Desde antes del tiempo

viernes, junio 30, 2006

Por el Pato, por Tevez, por Juampi, por Maxi, por Lucho, por Hernan, por Roman, por todos y cada uno de ellos, por todos y cada uno de nosotros,



¡¡¡ESTAMOS JUNTOS, VAMOS ARGENTINA !!!!!!

jueves, junio 29, 2006

3ra entrega: uno de los finales posibles


Pasó el invierno y los encuentros siguieron. Siempre en el mismo bar, siempre en la misma plaza. Hasta que un día Rocío no apareció. Juan, preocupado pensó que se le había hecho tarde, luego que tal vez tenía mucho que estudiar, después, que se había enfermado. “Ya va a venir”, se decía, cada vez menos convencido. Con el correr de la semana, se encontró pensando en ella constantemente y, finalmente, fue a pararse a la puerta de la facultad para esperarla a la salida.

Su sorpresa y dolor fueron inmensos cuando la vio abrazado con otro y subiéndose a un Mini. Rocío miró hacia donde estaba Juan y en un segundo bajó del auto, corrió hacia él y le dijo: “lo siento, realmente lo siento. Pero lo pensé mucho y contigo pan y cebolla no es para mí” Y se fue.

Unos meses más tarde, Rocío encontró una foto de Juan en la parte de Sociales del diario: “Se casa reconocido playboy. Heredero de la fortuna más grande del país decidió, por fin, casarse con Marita de la Fuente, luego de un tórrido romance de escasos meses, y confesó a la prensa que siempre soñó con llenar su casa (de 2000m2) de hijos.”


"resting place bye eatzycath"

martes, junio 27, 2006



NO VAMOS A PERMITIR UN PENAL INVENTADO



¡¡¡¡VAMOS ARGENTINA !!!!

lunes, junio 26, 2006

2da entrega

La voz a su espalda, profunda, de bajo, la sobresaltó. Se volvió muy lentamente, levantando su nariz, preparando el desplante. Pero no pudo. Un par de ojos verdes como el mar Caribe la miraban de arriba abajo descaradamente, y una sonrisa, lenta, mostraba unos dientes blanquísimos. Sin saber cómo, se encontró hablando como si se conocieran de toda la vida. En realidad hablaba Rocío, Juan la miraba socarronamente. Por primera vez, en sus poco más de veinte años se escuchó tratando de ganarse a la persona que tenía enfrente, y no con su belleza sino por sus cualidades: estudiante avezada de Comercio Exterior, excelente alumna, con sueños de una gran carrera que no fuera bancada por papi, importante empresario textil, sino por sus méritos, sus ganas de vivir en una casa con jardín para poder tener dos perros por lo menos, un par de hijos que puedan correr a sus anchas y un marido amoroso.

Juan, escudándose en la mirada juguetona, estaba fascinado. Cuando, hacía un rato, la había visto tan pudorosa y delicada, hizo lo que jamás había hecho, mandar al demonio todas sus obligaciones para poder sentarse al lado de esa aparición y comprobar lo que ya se imaginaba, que olía a rosas.

Por lo poco que Juan le contó, Rocío dedujo que era un empleado común de una multinacional, había estudiado Economía y trabajado al mismo tiempo, para poder hacerlo. Vivía solo, y no tenía ni para un celular. Rocío se enamoró instantáneamente.

Se encontraban todos los días en la plaza, y cuando el frío del invierno los corrió, en un bar de estudiantes de la esquina porque, “Juan, decía Rocío, no hace falta que gastes en pavadas”.

MAXIGOL









2 a 1!!!

jueves, junio 22, 2006

CUENTO en dos o tres entregas

Rocío era caprichosa. Siempre lo había sido y ella lo sabía. Es más, había decidido no cambiar. Porque, para qué, si de esa manera conseguía lo que quería, en el momento en que lo quería. De chiquita llorando hasta ponerse morada, de más grande cruzándose de brazos y enfurruñada, y ya de casi adulta, haciendo pucheros y abriendo grande los ojos claros y pestañas renegridas por un rimel muy bien aplicado.

Pero ese día las cosas no funcionaron como siempre y los grandes ojos se abrieron, pero por la sorpresa.

Rocío conoció a Juan una tarde de abril. El sol de otoño brillaba. Y al mediodía calentaba lo suficiente como para que Rocío se sentara en la plaza cercana a su facu a almorzar el yogurt bajas calorías y la manzana. Se sentó en uno de esos bancos verdes, típico de plaza porteña, con su minifalda, las botas, los libros y el ipod. Un poco más tarde, un joven se sentó a su lado, sin mirarla, y se desparramó por el asiento. Se aflojó la corbata, abrió el primer botón de la camisa celeste y apoyó la cabeza en el incómodo respaldo, cerró los ojos y se olvidó del mundo que lo rodeaba.

Rocío, después de un rato de que no le dirigiera la palabra lo miró de reojo, no estaba acostumbrada a ser ignorada, porque además de caprichosa, era muy pero muy linda: cara de muñeca de porcelana, boca roja en forma de corazón, nariz pequeña y respingada, pelo lacio, castaño, impecablemente brillante, piernas largas y bien torneadas, cintura chiquitísima y pechos altos, duros, orgullosos y naturales.

Rocío, decíamos, lo miró de reojo, cruzó y descruzó las piernas, se movió bastante ruidosamente, hasta tiró un libro sobre la gravilla, y nada. Estaba enojadísima con su compañero de banco, quién se creía que era para desairarla de esa manera. Obviamente si Juan, porque de él se trataba, le hubiera dicho un simple hola, Rocío hubiera subido su respingada nariz hacia el cielo y le hubiera dado la espalda empezando a leer alguno de los capítulos del libro de macroeconomía. Pero no lo hizo, y ella se empezó a preocupar. Sacó su celu de la cartera y lo abrió, el espejito le devolvió la imagen de siempre: bella rayando la perfección , si no fuera por ese lunar redondo y negro al lado de su boca.

Lo cerró con un fuerte clap y lo devolvió a su lugar. Resoplando, junto sus cosas y se dispuso a partir, el desconocido le había arruinado el día.


-¿A dónde vas tan apurada, princesa?

martes, junio 20, 2006


La noche es un cliche

LA noche oscura y silenciosa. Quieta y ¿tranquila? Lo Prohibido, agazapado, espera al insomne, para hacerlo cómplice de...
LA noche ruidosa, llena de luces blancas o furtivas. Agitada y transgresora. Con gritos y frenadas. Gemidos dolorosos. Una pastilla levanta la piedra que pondrá fin.
LA noche se arrastra larga. Arropo a uno, ahuyento los monstruos del otro, acompaño al tercero para sumergirme en la soledad esperada de cada día. Y me pienso. Y me duermo. Por fin.




(ERTE SPRING)

viernes, junio 16, 2006

No hay literatura que valga.













El 6 a 0 de hoy

es lo más.


VAMOS ARGENTINA !!!!!

lunes, junio 12, 2006





¡¡¡¡¡¡¡¡VAMOS VAMOS ARGENTINA!!!!!!!!

viernes, junio 09, 2006

IMAGINANDO

Yo me lo imagino, arrastrando los pies, con la cabeza gacha, cansado, tirando de la bolsa gris cargada de libros y cuadernos escolares; con el cuello de la camisa abierto y la corbata del uniforme torcida, los pantalones grises en su lugar gracias al cinturón y el blazer azul con el escudo, algo largo, desarrapado, sin importarle demasiado su destino, dejándose arrastrar por la pequeña fuerza que había dispuesto que lo guiara. Como cada mañana. Como cada tarde en sentido inverso.

Nunca entendió por qué tenía que aprender sobre átomos y el oxígeno, las diversas fórmulas matemáticas o el orden de las notas musicales. Ninguna de esas cosas ayudaba a ordenar las ideas que surgían en su cabeza repentinamente.

Por suerte alguien le había contado que a veces servía escribirlas.

Por eso siempre tenía esa libretita, ya sin tapas, con él. Y un lápiz, por supuesto. Para ordenarlas, para darles sentido.

Y a veces sucedía, que una idea de la semana pasada, continuaba en una de esta semana o tal vez, la de recién fuera el principio de una que había surgido hacía dos meses, por qué no. Ya había ocurrido.

Como esa vez en que Malena moría: era viejita, era su hora. Pero quién era Malena. En ese momento sólo sabía eso, que era su hora. Hoy, muchos meses más tarde, sabía, por ejemplo, que vivía en una casita blanca y de techos rojos, que tenía pelo negro y un gato; que le gustaba jugar a las muñecas y sacarle la lengua a los que pasaban frente a su ventana. Sabía que Malena tenía cinco años y que todavía le faltaba mucho más por vivir.

Pero a él le correspondía llenar ese blanco en la vida de Malena y hasta ahora no se le había ocurrido qué poner.

Por eso le molestaba tener que ocupar parte de su cabeza con cosas inútiles, con nociones que tapaban las otras que pugnaban por salir. Necesitaba saber qué hacer con Malena y con tantos otros personajes que poblaban su cabeza y su cuarto de adolescente abarrotado de tareas ajenas a su manera de ser.


Y ahora, cuando me lo imagino rumbo al colegio, lo veo como si hubiera puesto el piloto automático de la nave esa que llamamos cuerpo, sentándose bajo un árbol para sacar su libreta, el lápiz, y escribir el último de sus pensamientos, chando una rápida mirada al reloj de su muñeca, girando la cabeza a la derecha y a la izquierda, buscando subrepticiamente entre las páginas si éste pertenece a otro o es uno nuevo, brillante e impoluto como un recién nacido, levantándose desganadamente y seguir con su paso cansino hacia ese edificio gris donde todos tienen que pensar lo mismo en el mismo momento. Donde no se permiten libretas ajadas, lápices sin punta, ni Malenas, ni pensamientos terroristas que asaltan la mente en el momento menos oportuno.

Y ahí, parado a solo metros de la puerta, endereza los hombros, abrocha la camisa, ajusta la corbata y, con un gran esfuerzo intima a sus pensamientos a no surgir durante el día. Cruza el umbral y ya es otro: el mejor alumno, el más brillante, el mejor jugador de fútbol...

Pero adentro, agazapado, esta él, con su libreta y Malena, esperando.

viernes, junio 02, 2006

Nostalgia barrial




Camino por la calle La Pampa, recordando mi niñez belgranense. Y me doy cuenta de una sensación, que espero no tenga que ver con el paso de los años. Me doy cuenta de que los negocios cambiaron, cambiaron las baldosas, algunos árboles, que ya no están y jamás fueron reemplazados, las caras, los porteros... Yo caminé esa calle diariamente, rumbo al colegio y a su vuelta, por cinco años consecutivos. Mi compañera de ruta, mi amiga y vecina, yo vivía en el cuarto, ella, en el octavo, del mismo edificio, ya no vive más en la Argentina. Creo que se fue a Canadá, pero ni de eso estoy segura.
Recuerdo una conversación, en una fría mañana de junio:”No te encantaría quedarte encerrada en Luxor”. Alma de gordas teníamos. Luxor era la fiambrería, confitería, panadería donde la colectividad judeo-alemana compraba todo lo comestible a gusto de su paladar. Ahora, no sé qué hay. Ahora paso en auto, y no miro hacia los costados. Siempre con la vista fija adelante, como corresponde a una buena conductora y mejor madre, y las orejas en el asiento de atrás, atenta a las peleas y comentarios infantiles y no tanto.
Pero hoy, volví caminando. Y me entristecieron las calles rotas, el olor a perro y sus necesidades, y el no saber dónde estaba mi amiga. Y me sentí vieja. Me pesaron mis años. Mi necesidad de pedicuría, peluquería, manicuría y demás “ías” que a los quince, sólo usaba para alguna fiesta.
Fue entonces que ocurrió: en medio de semejante melancolía, una voz:”lindos ojos, mami”, y sonreí. No por lo original del piropo, sino porque me lo dijo un chico al que, seguro, doblo en edad.